Pasaron ya 24 años desde la primera entrega de premios a deportistas en el restaurante La Fontana. Y en un abrir y cerrar de ojos parece mentira hasta dónde y cómo llegó esa idea. Es que hoy la FIESTA PROVINCIAL DEL DEPORTE quebró todas las marcas, como los mismos deportistas que reciben su estatuilla de cristal. Estamos hablando de un evento consolidado que nace en lo deportivo, pero se instala en lo social, con fuerte presencia institucional y con una tremenda convocatoria política.
Entonces, en una misma noche, se dan la mano el pro-hombre y el villano, como canta el catalán Joan Manuel Serrat. Porque al mismo tiempo aparece el deportista que está arrancando, el que está en el mejor momento de su carrera y el que se está retirando de la actividad.
Hubo dos anécdotas en esta edición 24 que resume claramente cuál es el espíritu de la Fiesta del Deporte. La primera está vinculada con quien fue consagrado como el mejor deportista santafesino 2015 y se trata de Federico Grabich.